martes, 7 de octubre de 2008

Andar un rato en vilo





Las caminatas sobre cornisas
no suelen ser del todo seguras.

Hay quien anda bordeando su filo
hasta caer en desgracia.

O quien vuelve tras algunos pasos perdidos
como los ebrios
deambulando la noche en busca del amanecer.


Porque como se sabe
las noches en soledad son interminables
y calmas, tanto
que la misma parca se espanta de ellas.

Pero aunque parezca contradictorio,
las cornisas son adrenalísticas.

Hacen que los que las recorren
sientan el latido de la sangre en la garganta
para saber que están vivos.



Silvia Castellón