martes, 22 de agosto de 2017

                  Poesía de Miguel Oyarzábal. 
Homenaje a el poeta y narrador madrynense.












LA VOZ DE UNA SIRENA

No escribo poemas de amor presente,
siempre voy detrás de los acontecimientos,
o al costado, como un segundo tren.
Cuando él llama a la puerta con los nudillos iluminados
le abro sin hacer preguntas, sin escudos,
jamás le pongo llave,
lo ejerzo sin metros ni balanzas
y no le doy tregua ni siquiera al aire.
Pero tratándose de escribir,
eso pasa a lo lejos,
es la marea con la memoria a flote
que golpea y golpea en el borde de la mesa
arrastrando pedazos de las navegaciones y los náufragos.
En fin, cuando escribo,
escucho la voz de una sirena
que me pide algunas palabras
para su soledad.




















TELEGRAMA

Todo en vos es aéreo:
tu charla con las hojas del otoño,
la convivencia con la lluvia
y hasta el trato tuyo con el viento, las olas y el sol.
Vos y los duendes
y las palabras
y el silencio de los árboles.
Vos y tu aire
donde vuelo para siempre.






LA LLUVIA EN EL PATIO

Mañana será una página enrollada en el fondo del pecho
y para siempre.
Pero ayer apareció como un viento sonoro tocándome el hombro,
fue una garúa finita que peinó los años viejos,
un duende que entró sin rozar la puerta.
Después se instaló con todo y sus pertenencias
y la vida, como la canta Serrat, vivió en casa.
Al partir no hizo alardes ni puso una estela de excusas,
se fue rompiéndose en el adiós,
queriendo vaciar una anestesia sin sentido.
Yo no encendí la botella de ginebra,
ni tampoco atajé el desorden;
abandoné la lluvia en el patio,
escuché al silencio hablar por la ventana.
Supe que nadie regresa por las huellas del otro.
Y se me llenó de música el alma.






DESPUÉS DE LA LLUVIA

La lluvia ha cesado.
Por algunas horas
y ayudada por las luces,
la calle muestra
el dibujo que dejara el aguacero.
La magia,
que también es limitada,
ha transcurrido.
Sólo persiste la nostalgia,


que es leña infinita.












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